martes, 25 de diciembre de 2007

Balance

Hacer balances, esa es una de las cosas que aprendí este cuatrimestre en una asignatura, dicho sea de paso, en la que a la explotación laboral la llaman optimización de los recursos humanos y pretenden hacerte creer que la felicidad del trabajador y su máximo rendimiento se consiguen derivando e igualando a cero. El pobre Marx toda su vida elaborando complejas teorías y éstos lo resuelven con una sencilla ecuación matemática...Por cierto, la materia en cuestión se llama "La empresa y su entorno económico" y salvo minucias de esta índole, es realmente interesante.

Pero no era de economía de lo que quería hablarles-entre otras cosas porque mis conocimientos sobre el asunto distan de ser suficientes para escribir, siquiera, un post en este modesto blog-sino del año que expira. Y es que ese es, precisamente, el tiempo de vida de esta bitácora. Vayamos, pues, al grano:

Fue hace un año cuando decidí dar comienzo a esta aventura. En su momento buscaba una forma de canalizar una inquietud que crecía en mi interior: necesidad de contar lo que sentía, independientemente de cuál fuera ese sentimiento. Sentía un pequeño vacío dentro de mí y no sabía cómo llenarlo, así es que una de las cosas que se me ocurrieron-por recomendación, todo hay que decirlo-fue aprovecharme de las maravillas de la "Red de Redes"...y hasta hoy. Con el blog he aprendido mucho-y me han enseñado más,pero vayamos por partes-. He aprendido lo rápido que le salen a uno las palabras cuando se las dicta el corazón, y lo despacito que surgen cuando no es así; he aprendido que escribir es relativamente sencillo, pero actuar en consecuencia es bastante más complejo; he aprendido que abrirse a los demás es el primer paso para solucionar un problema y que el mero hecho de exteriorizar lo que se siente es un grandísimo alivio, si bien es cierto que es mejor hacerlo ante otra persona que ante un editor de html; he aprendido que hay pocas sensaciones tan reconfortantes como que te feliciten por lo que has escrito y, sobre todo-déjenme pecar un poco de inmodesto-, que te digan:"joder tío, eso es justo lo que siento y no sabía como expresarlo". Esto, además, lo experimenté yo en sentido inverso, así que puedo dar fe de que es sumamente placentero encontrar que alguien que se siente como tú, es capaz de explicarlo como nadie; aprendí que hay chicas a las que les atrae la sensibilidad y, créanme, son las que de verdad merecen la pena. Y me prometí a mi mismo no dejarlas escapar.

Pero, como ya decía, me enseñaron mucho más de lo que aprendí yo solo. Me enseñaron que Madrid es mucho más que los garitos de Malasaña o los antros de Moncloa, y que merece tanto la pena vivirla de día como de noche(ahora entiendo un poquito mejor las canciones de maestros como Sabina o Ismael Serrano); me enseñaron que la amistad es un bien impagable; me enseñaron-aunque ya me lo había advertido Woody Allen-que el dinero no da la felicidad, pero proporciona una sensación tan parecida que a veces es difícil de distinguir; me enseñaron, y probablemente es de lo que más me alegro, que mi futuro tiene que estar lejos de las cuatro paredes de un despacho "ingenieril", firmando proyectos a diestro y siniestro, sucumbiendo a los valores de soberbia y falta de humanidad que tantas veces maldije y que tan comunes son en los ingenieros. Como mencioné en otra ocasión, dudosa es la valía de una carrera que no procura la formación de sus estudiantes como personas sino únicamente como obreros.

Y todo esto en tan solo 365 días. Lo que me hace pensar en una última cosa que aprendí este año-y esta vez es Calamaro quien ya me avisó-: solo soy un loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco.

Salud, y Feliz Navidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Grandes verdades que dices tú...

Un beso enorme,
Julia

María dijo...

BRAVO


Feliz Navidad :)